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«Argentina, la crisis de producción y el aprendizaje»

Sobre la situación que vivió Argentina durante el ya conocido corralito no puedo obviar el aludir a un condicionante histórico como es la permisividad gubernamental ante las empresas y la variable creencia que impera por naturaleza en el ser humano de que tiempos mejores vendrán. 

Las políticas neoliberales nacidas como ideas asociadas al concepto del desarrollismo, permiten de forma transversal, el nacimiento de gobiernos donde la máxima de los mismos venga dada a través de un sistema basado en el beneficio y el ya mencionado crecimiento económico. 

El crecimiento económico como concepto de medición de desarrollo de un país, como la “Coca Cola”, se ha convertido en el concepto Top of Mind de países como Argentina donde no se tuvieron en cuenta diversos factores de crecimiento o qué hace falta a la hora de plantear un desarrollo económico estable en base a un crecimiento positivo. Parece que de manera exponencial es justo el argumento que necesitaba este país para terminar de convertirse en una gran potencia dentro del juego del mercado internacional y que como tantos otros no han sabido advertir dadas sus crisis económicas. 

Siendo ya miembro del conocido “Cono sur Económico”, del cual participan grandes potencias como Japón y España como modelos de inversión externa y siendo parte de esos países cuya moneda tienda a devaluarse por la falta de proyectos continuistas y fuga de capitales, Argentina no ha sabido tener en cuenta la petición del préstamo de inversión al FMI ni sus consecuencias en un país cuya masa social vive y ya vivía lejos de las características necesarias para poder hacer frente al mercado internacional. 

El proceso por el cual argentina se ve envuelta en esta situación social, económica y política no hacen sino reflejar el límite, ya no solo de las políticas de un país, sino de la gestión burocrática y roles de juego del poder empresarial, quien ávido de sed de ganancias, no hace sino imperar por el volumen de dinero frente a un sistema producción que no es ético ni sostenible, puesto que como otros países ha decidido apartar del juego del crecimiento y desarrollo a la propia sociedad, la cual, sin ninguna duda es necesaria para poder seguir produciendo. 

Podemos aprender de la crisis en Argentina y aprendemos. La crisis en Argentina pudo producirse y puede darse en cualquier país del mundo. Si bien tenemos mercados financieros estables, solo basta para que suban el precio de un producto de cualquier materia prima como el crudo, el gas o la electricidad, para que todo el sistema financiero se tambalee. Es por ello necesario aprender de nuestros errores, y es por ello necesario atender a la frase del documental en la que se dice : “… Somos el espejo del ser humano, somos el error de la economía” “somos el final al que todo país va a llegar” y efectivamente, ese es el camino, el nuevo modelo económico, el mercado de valores, haciendo referencia a un mercado donde el valor sea social un valor humano que sea el motor de cambio donde la persona sea dueña de su trabajo y encuentre el sentido a su propia fabricación. 

Debemos hacer que los modelos cooperativistas, como modelo de producción que hemos conocido de entre otros evolucionen y se actualicen. El modelo coopera4vista 4ene un valor residual estigmatizado en su fin último, dándose cuenta, que ese sen4miento de necesidad de dar de comer a los suyos, la necesidad de no morir y sentirse vivo, les ha hecho fuerte. Después de creer que nunca antes lo podían haber cambiado cayeron en la cuenta que fue todo lo contrario, siempre se pudo cambiar el modelo de producción, lo que no interesó nunca es cambiarlo.

Datos recogidos de informes del gobierno Argentina, datan el crecimiento de las coopera4vas, como un modelo fuerte de producción y mantenimiento de un riqueza equitativa, hasta llegar a mas de 648 coopera4vas creadas desde el año 2001, coopera4vas donde el valor de producción del trabajador no queda en segundo plano, siendo este una pieza más, de un engranaje que se mueve a través de un sistema de valores, que pretende enseñar a los que llegan y preocuparse por los que se van y dejan de formar parte de él.

Este sistema, reflejado dentro del sistema de economía solidaria de P. Singer, muestra sin duda el reflejo de la oportunidad de hacer frente a la pobreza, pero en este caso, aplicado a pequeños conatos sociales dentro de un país, que ya de por tenía la necesidad de comer. 

Un sistema económico basado en lo social permite que, una sociedad llena de necesidades a nivel gubernamental, donde los propios gobernantes no han sido capaces de prever futuros cercanos, se creen nuevos sistemas económicos basados en el sentido común de la producción y el desarrollo social sostenible, frente al valor residual que deja el dinero.

P. Singer, utilizado en el sindicato de ingenieros de Río de Janeiro comenta que: “No existe la menor duda de que las primeras coopera4vas que surgieron en la Historia Moderna se presentaron durante la Revolución Industrial, con características explícitamente socialistas. De esta manera, se intenta inventar una empresa productiva en dónde no haya separación entre propiedad y trabajo, en otras palabras, todos los que trabajan son propietarios por igual de esa empresa. Esto sucede en el momento en que el capitalismo industrial 4ene un gran avance, extendiéndose sobre Inglaterra y, más tarde, sobre Europa, América del Norte y el resto del mundo. El desafío que el cooperativismo presenta al capitalismo a inicios del siglo XIX es un desafío frontal e insurreccional-revolucionario. 

«Solo basta para que suban el precio de un producto de cualquier materia prima como el crudo, el gas o la electricidad, para que todo el sistema financiero se tambalee.»

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